martes, 26 de noviembre de 2013

TU AMOR NO ERA FUEGO NO ERA LUMBRE




El pueblo donde vivían los abuelos   a mediados del siglo pasado, como la mayoría de los pueblos del norte de México , se debatía entre la tradición y la modernidad.  En lucha continúa entre la economía de autoconsumo que habían heredado de sus ancestros y el reciente pero fortísimo embate del desarrollismo económico capitalista que provocó, entre otras cosas,  el abandono del campo, el desmesurado y desordenado crecimiento de las ciudades, exacerbó la producción de bienes de consumo y el consiguiente consumismo,  todo ello en detrimento del equilibrio ambiental  y ocasionando una paulatina pérdida de factores culturales e identitarios en las zonas rurales , mientras que en las urbes  los cinturones de miseria se agigantaban alimentados con emigrantes venidos del campo.
Como ejemplo pongo a mi familia. Los abuelos Juan y María tuvieron 10 hijos, 5 mujeres, 5 varones; los 5 hombres partieron a los EU como braceros y allá se radicaron 4 de manera definitiva; de las 5 mujeres, 4 estudiaron la normal  y se incorporaron al magisterio, desde luego las 5 emigraron a la ciudad. Paulatinamente la casona, los huertos, los corrales y las parcelas se fueron  abandonando, a cargo solo de los dos viejos.
Este proceso fue tan devastador que quedó impreso en la memoria  colectiva de múltiples maneras, reflejándose en las expresiones de la cultura popular, como en  “Las ciudades” de José Alfredo Jiménez : “…Te quise amar y tu amor no era fuego no era lumbre.  Las distancias apartan las ciudades, las ciudades acaban las costumbres”. La cual escuchábamos por aquellos años  en el radio de transistores de mi abuelo.
 No quiero decir que  todo tiempo pasado fue mejor, ni que la visión de progreso basado en el desarrollo estuviera del todo mal, pero los hechos actuales nos han mostrado que  en alguna parte de ese camino se perdieron  elementos fundamentales para la convivencia.
Estoy segura que con el tiempo, no solo los chihuahuenses sino  la humanidad entera deberá reaprender aquellos saberes  extraviados  para poder sobrevivir. Por lo pronto la nostalgia nos puede servir de alivio.

Ahora bien,   retomando  la idea inicial, en esos años todavía persistía en el campo  la   tendencia  de aprovechar al máximo  los recursos de primera mano que ofrecían las actividades primarias como la agricultura, la ganadería, la cría de animales de corral, el cultivo de huertas, y aún de la recolección de frutos y quelites silvestres. Era común, pues, que los platillos y viandas de las familias dependieran de estas actividades.

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