sábado, 24 de octubre de 2020

Crepas sabatinas


 

LAS VENTAJAS DEL CONCEPTO ABIERTO

 1

Primer sábado del regreso al semáforo rojo, las noticias de los contagios por COVID19 van cerrando  mi cerco de protección y el de mi familia. Algo hay de desesperación en el oxígeno que alimenta mis pulmones, ya de por si contraídos por la permanente contaminación que circunda la cotidianidad de una ciudad como ésta, seca y soleada, lacerada por el continuo rumor de los motores de automóviles humeantes.

¿Cómo iniciar la rutina sabatina  a sabiendas de que hay que enviar los pésames y que no será posible abrazar, ni tender la mano, ni acercarse? Lágrimas.

De madrugada soñé que me cambiaba de casa, sueño recurrente desde hace años, de cuando dejé de soñar que volaba. Los sueños de cambio de casa no suelen ser afortunados en mi semiótica personal. A veces las casas del sueño están en obra negra, o derruidas de tan viejas, o bombardeadas por extrañas guerras civiles o amenazadas por delincuentes; a veces son mejores y más lujosas que mi casa actual pero algo hay que las hace inhabitables para mí. La de esta madrugada era hermosa, llena de agradables rincones, solo que mis mascotas Mancha y Owí no tenían cabida. Finalmente el agradable sueño se convirtió en angustiosa pesadilla al mirar la sufrida carita de mis compañeros de vida y surgir la interrogante: ¿Qué hacer?

Ya con la luz del amanecer abro los ojos en mi habitación y me abrazo a las almohadas, me aferro a no salir de aquí, a permanecer entre estas  paredes claras y la furtiva presencia del astro que  traspasa  las cortinas traslúcidas.  

 

2

Primer sábado del regreso al semáforo rojo. Ropa en la lavadora, agua calentándose en la estufa. El sol en pleno inunda mi pequeña sala-cocina-comedor (diseño  de algún arquitecto del sistema con ideas avantgarde tercermundistas) y se topa con los cuadros, los libros, las plantas, las cerámicas, se desparrama sobre la mesa de madera que amo y todo en conjunto me vuelve a la acción. Las ventajas del concepto abierto.

La lluvia energética de “You Should Be Dancing” es  mi mantra para empezar, sigue  “Stayin alive”, bailo frente al espejo recordando aquellas tardes de Disco Dance  de la adolescencia. A ritmo de  de “YMCA” abro el refrigerador, casi fin de mes, muy pocas cosas: un huevo, medio litro de leche, medio kilo de harina, una pera, algo de mermelada de ciruelas,  si acaso una cucharada de mantequilla, dos rebanadas de jamón. ¡Listo, ya se: crepas!

Las malas épocas me enseñaron a hacer mucho con poco y no me puedo quejar  en realidad, por suerte tengo un “fin de mes”, un refrigerador, una estufa,  un reproductor de música con bocinas, hay quien no tiene nada y ninguna posibilidad en medio de la Pandemia.

La receta clásica de crepas lleva por cada 100 gramos de harina, una taza de leche, un huevo, una pizca de sal y una cucharada de mantequilla derretida, mezclo todo en licuadora mientras bailo “Disco Inferno”. La placa de hierro se encuentra a punto de calor, vierto la mezcla y veo cómo se va  formando la tortilla. Ojo –me digo- tiene  que quedar delgada, lo suficiente para poderla enrollar. Van una tras otra, al final tengo un altero de crepas en la charola. ¿Para qué tantas, me digo, solo estoy yo aquí, confinada, sin pareja, los hijos en sus propios hogares. Nadie a mi lado que disfrute las delicias de este platillo.

Con “We are familiy” a todo vuelo, dispongo la mesa. Lugar solo para uno: Mantelillo, plato extendido, cuchillo y tenedor, taza para el té, copa para el jugo. Con cuidado acomodo la fruta, el jugo, las crepas, relleno con mermelada artesanal. Para compensar tanta azúcar (no resultó ser un desayuno tan sano) vierto té negro chai en la taza y de inmediato se incrusta en mis narices el divino aroma de las especies que contiene: canela, clavo, jengibre, anis. Me congratulo nuevamente porque todavía tengo olfato, gusto, oído, vista, tacto y sentido del ritmo, como gustosa mientras  “A tast of honey” me hace mover los pies.

“I will survive” no puede faltar, me levanto de la mesa para seguir bailando; brinco, levanto el brazo y grito:  I will survive, I will survive, I will survive!!! Veo la charola de crepas y decido: Las compartiré como las abuelas que hacían kilos y kilos de galletas para todo el barrio, porque sea como sea, sobreviviré, sobreviviré.

 

 


jueves, 2 de enero de 2014

POZOLE VERDE ESTILO GUERRERO EN CHIHUAHUA


En tiempos posteriores, otra tradición pozolera se ha instaurado en la familia, que es la del pozole verde, inspirado en el que se prepara en el Estado de Guerrero. Digo inspirado porque creo no saber a ciencia cierta cómo se prepara originalmente, lo he comido durante mi estancia en aquellas tierras y me gustó tanto que quise repetirlo, pero las cocineras que entrevisté como que no soltaban la receta así que lo analicé  según lo percibieron mis sentidos y lo reinterpreté de acuerdo a  mis gustos.  Lo único que puedo asegurar es que mi familia  se ha aficionado a tal grado que es infaltable en las fiestas

POZOLE VERDE (20 raciones aprox)
Ingredientes:
3 kgs   de  pozole precocido (en bolsa)
1 pollo grande ( 1.800 kgs aprox)
1 ½ kg de pierna de cerdo
800 grs de codillo de puerco
800 grs de tomate verde (tomatillo)
150 grs de chile serrano
¾ taza  de pepita de calabaza tostada, pelada y molida.
1  cabeza de ajo
1 manojo de epazote
1 manojo de cilantro
2 hojas gdes de aguacate
5 cebollas de rabo (opcional)
1/3 taza de aceite ( puede ser de oliva)
Sal  al gusto
Recaudo:
1 cebolla grande picada
½ kg de rábanos picados
Un  casito de orégano
100 grs de chiles serranos picados
½ Lechuga cortada en tiritas
½ Kg Quesillo deshebrado
1 Pqute Tortillas tostadas
3 Aguacates rebanados o picados
½ paquete grande de chicharrón

Procedimiento:
1.- Cocer de manera separa las carnes con sal y ajos. Tomar en cuenta que se necesita hacer bastante caldo por lo que se recomienda usar ollas suficientemente grandes de modo que las carnes queden bien cubiertas con el agua y sobre suficiente caldo porque es el que le va a dar sazón al pozole, pero no se exagere en el líquido porque puede quedar desabrido si es demasiada el agua en comparación con la carne.
2.- Una vez cocidas las carnes, separe de los caldos y téngalos listos para lo que sigue.
3.- La carne de cerdo desbarátala con los dedos en trozos medianos. La carne de pollo desmenúzala  en hebras delgadas.
3.- Poner a hervir el pozole hasta que reviente y esté cocido al dente. No poner sal hasta que reviente.
4.- Cocer en agua el tomate verde con los chiles  y licua en la licuadora junto con el epazote.
5.- En una olla grande o cacerola grande ponga el aceite,  fría la pepita de calabaza molida hasta que suelte un poco de grasa y aroma. Vierta el tomate licuado con los chiles, revuelva con un cucharón.
6.- Cuando la mezcla comience a burbujear, agregue los caldos. En cuanto comiencen a hervir, bajar la flama y agregar las cebollitas y las hojas de aguacate. Probar la sal.
7.- Añadir el pozole escurrido. Agregue un poco del líquido donde se coció el pozole y reserve el resto por si se requiere más adelante.
7.- El  caldo verde debe tomar consistencia por efecto de la pepita de calabaza.
8.- Unos minutos antes de servir agregar la carne de cerdo en trozos y cilantro.
Nota.- El pollo en hebras se utilizará como parte del recaudo, de manera que cada comensal hará su composición al gusto.




DEL TRADICIONAL RITO DEL POZOLE CON MENUDO EN CHIHUAHUA


Daniel Espartaco no lo sabe, pero su nacimiento estuvo auspiciado por la pozolada del día anterior. Para ser más exacta, inventaré un término de acuerdo al regionalismo chihuahuense, diré que estuvo precedido por una  “menudada” en casa.
En todo México se acostumbra comer  pozole, que no es otra cosa que maíz del tipo conocido como cacahuazintle, cocido hasta reventar y servido en forma de sopa caldosa, mezclado con distintos ingredientes y especias  de acuerdo a  la región.
Las presentaciones del pozole varían tanto como se presenta la multiculturalidad en nuestro país. En el sureste es tradicional el pozolli, muy refrescante pues se consume frío y de preferencia helado, que es pozole con cacao. En verdad delicioso y seguramente una de las  preparaciones  culinarias más puras en el sentido  cultural.
Cualquier presentación de pozole es sumamente alimenticia, primero porque el maíz precocido con cal adquiere valores nutricios de alto contenido calórico y  proteínico, segundo porque al adicionarle  otros ingredientes como el cacao, la carne y los recaudos de vegetales crudos, potencia sus cualidades y lo convierte en un platillo completo.
En el centro de México predominan los pozoles cocinados  con carne de cerdo y pollo,  adicionados con distintas salsas de chiles y recaudos muy variados según el gusto. En Chihuahua, zona desértica del norte del país, con poca variedad de cultivos y con una vocación vaquera aún vigente, el pozole tradicional se prepara con panza (menudo)   y pata de res, de ahí el nombre con que se denomina el platillo hasta nuestros días: “Menudo”.
La evidencia indica que el “Menudo” chihuahuense  es un platillo que nació de la inventiva de los pobres, pero para que no se oiga mal diré que es surgido del máximo aprovechamiento de los recursos   ya que se utilizan en su  elaboración aquellas partes de la res que no son apetecidos por el consumidor  común de la carne: estómago y patas.
El estómago (menudo), es difícil de cocinarse, requiere de un proceso más o menos laborioso de limpieza y precocimiento en cal,  pero una vez completado el proceso, es blando y apetecible. La pata le añade un plus de sabor y riqueza nutricia, además de imprimirle esa consistencia  al platillo que lo caracteriza
Se  acostumbra comer en ocasiones especiales, sea para festejar santos y cumpleaños, bodas, quinceañeras, bautizos o las fechas de Navidad y Año nuevo. También es costumbre consumirlo los domingos en el desayuno familiar o de madrugada luego de una fiesta.
Según esta  tradición, la familia que celebra una boda o quinceaños –por ejemplo- con misa, cena y baile, por la madrugada ofrece “Menudo” en casa para los novios, padrinos e invitados especiales, por lo cual siempre habrá alguna persona que no asista al baile con el fin de hacerle guardia a las ollas donde se cuece el potaje.
En los barrios no falta quien instale menuderías improvisadas en sus casas durante los fines de semana, esto con el objeto de ofrecer a la venta menudo los sábados por la noche y la mañana del domingo. El consumo de este platillo es muy socorrido por los crudos y trasnochados, ya que tiene la bien ganada  fama de ser un excelente reconstituyente  de las fuerzas y del entendimiento.
De regreso a la anécdota,  recuerdo que mi primer hijo nació a las 38 semanas de gestación un domingo a las 4 de la tarde, luego de 12 horas de labor de parto. El día anterior me había iniciado en el antiquísimo rito de la preparación del pozole con menudo, tradición chihuahuense que toda mujer que pretenda ser ama de casa debe conocer a profundidad, así como el hacer de las tortillas de harina. Trabajé arduamente, con apoyo de mi madre, en cada uno de los pasos que  deben seguirse, desde pre cocer el maíz en cal 24 horas antes, lavar la panza, hervir  los ingredientes durante horas, picar el recaudo,  y demás, hasta poner presentable  mi pequeño departamento de tres cuartos para las visitas que llegarían a compartir la cena. Cuando por la madrugada iniciaron los dolores del parto, lo primero que pensé era que me había indigestado el  “Menudo”.
Aunque seguramente no fue la ingesta, sino el trajín y el trabajo, los que provocaron el advenimiento del parto. De ese modo, a los 20 años me convertí en madre y aprendí a cocinar el pozole con menudo al estilo Chihuahua.
Antes de pasar a la receta advierto lo siguiente:
Tradicionalmente el “Menudo” lleva únicamente maíz cacahuazintle, ajo, cebolla, sal, orégano, chile de la tierra, menudo y pata de res, pero para hacerlo más sabroso en mi familia se acostumbra agregarle codillo y patitas  u otros cortes de pedacería de puerco al cocimiento y utilizar chile del árbol para añadirle picor.
Por otra parte, para facilitar a principiantes, es bueno utilizar el pozole pre cocido, solamente escoja aquel que sea de reciente manufactura y en general tenga buen aspecto. En Chihuahua se consigue muy bueno envasado al alto vacío.
“MENUDO” : POZOLE CON MENUDO ESTILO CHIHUAHUA
Ingredientes:
2  kg de maíz cacahuazintle precocido
1 kg de menudo
2 ó 3  patas de res ( o al gusto)
1  kg  codillo de puerco
1 cabeza de ajo
2 cebollas
300 grs de chile de la tierra
100 grs chile del árbol
1 cda orégano
Sal al gusto
Para servir:
Cebollas picada menudita
1 tazóncito con orégano
Limones rebanados suficientes
Salsa de chile del árbol
Pan blanco de telera en rebanadas
Preparación:
1.- Lavar  el menudo crudo en agua con cal, enjuagar muy bien, poner a hervir en agua con la  sal, la cebolla y  el ajo.  Se puede usar olla de presión para acelerar el proceso.  También es posible hallar menudo limpio y pre cocido, el cual viene regularmente congelado, en este caso poner a descongelar previamente y luego hervir .Guardar el caldo. Ya cocido sacar el menudo y  picar en cuadritos
 2.- Aparte hervir en agua  las patas hasta que estén cocidas, agregando también sal y ajo. Guardar el  caldo.
3.-  En otra olla  con agua  hervir el pozole hasta que reviente. Muy importante es NO agregar sal en esta etapa de cocimiento del maíz ya que impide que se reviente. La sal se agrega hasta que esté bien cocido y reventado. Guarde el caldo.
4.- Cocer el codillo en otra olla, agregando sal y ajo. Guarde el caldo.
5.-   Remoje los chiles  de la tierra en agua caliente hasta rehidratar, pasar en la licuadora para hacer una salsa espesa.
6.- En ollas grandes mezclar los caldos, agregar panzas, patas, codillo, salsa de chile, poner a  hervir y agregar orégano.
7.- Aparte, prepare una salsa de chile del árbol, re hidratando los chiles y licuando con ajo y sal.
 8.- Sirva el pozole en platos hondos, cada comensal al gusto le agregará cebolla, limón, orégano y salsa de chile del árbol. Se acompaña con pan blanco, costumbre  muy chihuahuense.


viernes, 27 de diciembre de 2013

NAVIDAD Y BUÑUELOS


El tío Luis nació un 24 de diciembre. Cuenta el anecdotario familiar que mi abuela María rebasaba el octavo mes de embarazo aquel 24 de diciembre en que decidió amasar  siete kilos de harina con el fin de preparar suficientes buñuelos para la familia, cuando le vinieron los dolores del parto.  El abuelo Juan se fue a caballo a buscar a la partera, las tías Ignacia y Josefa corrían para todos lados y  los niños se mantenían a la expectativa. La masa para los buñuelos se quedó olvidada hasta que llegó Mamá Chonita, madre de Juan y suegra de María, a poner orden. Después de ver a la mamá y al nuevo crío, lo segundo que haría Chonita  sería darle continuidad al amasado y  preparación de los buñuelos, para beneplácito de los chiquillos que ya daban por perdida la posibilidad  de comer estos sencillos pero apetitosos manjares navideños, los cuales esperaban durante todo el año.
Era tradición ofrecer buñuelos para el desayuno del 25. Como bien señala el escritor Gabriel Borunda, en aquellos pueblos del Norte de México de principios del siglo XX no se acostumbraba la cena navideña, mucho menos comer pavo. Esas aves se conocían por el nombre de coconos y prácticamente reinaban en los corrales de las familias que los criaban. Sus huevos eran sumamente apreciados por sus dimensiones y muy pero muy de vez en cuando, uno  que otro de estos  animalitos  era sacrificado para comerlo en chile colorado en alguna fecha especial.
La Navidad se celebraba únicamente asistiendo a misa de gallo y participando en otras actividades de índole religiosa. Por ello era común que parientes de los ranchos llegaran a tomar parte de las ceremonias religiosas  y se quedaran a  pernoctar con las familias huéspedes.  El alto sentido del deber conducía a los anfitriones  a preparar viandas especiales como buñuelos, menudo,  tamales de rojo y de dulce u  otras exquisiteces al alcance de la gastronomía campirana, para recibir adecuadamente a la parentela y convivir en esta fecha trascendente.
Así pues, aquel 24 de diciembre nació el sexto hijo de la pareja Juan Frescas y María Trevizo. Era un niño rubio de ojos amielados que inmediatamente cautivó a sus hermanos mayores y con los años desarrolló el talento del canto y la ejecución del acordeón.

 BUÑUELOS  ( Receta de la Sra. Jovita Nuñez de Nvo. Casas Grandes)
 Ingredientes:
4 tazas de harina cernida
3 cditas de  polvo de hornear
50 grs de mantequilla
Ralladura de naranja
Agua de anís caliente
Azúcar y canela para espolvorear los buñuelos

Preparación:
1.     Preparar suficiente agua de anís ( hervir ramas de anís en agua )
2.      Cortar la mantequilla en la harina.
3.      Agregar el agua caliente y amasar hasta tener la masa en su punto.
4.       Hacer testales del tamaño de una canica grande. Dejar reposar unos minutos.
5.     Palotear  y extender la tortilla a la mitad de lo que será su etensión definitiva, dejar reposar unos minutos.
6.     Calentar el aceite
7.     Extender las tortillas hasta dejarlas bastante delgadas, picar levemente con un tenedor  y  freír en el aceite.
8.     Sacar el buñuelo, escurrir la grasa y colocar en donde se enfríe un poco. Espolvorear con la mezcla de azúcar y canela.




viernes, 20 de diciembre de 2013

EL EXQUISITO GUSTO DE LA CALABAZA

Regreso al tema de la calabaza por varios motivos. Es otoño, la calabaza es un fruto de otoño, sus colores que varían del naranja al verde seco salpicado de lunares amarillos, son característicos de esta época del año en que la naturaleza va poco a poco acercándose al gélido invierno. Con frecuencia puede uno ver en la orilla de las carreteras a los agricultores ofertando personalmente   su  cosecha de calabazas. Los grandes y apetitosos frutos se colocan apilados  bajo tejabanes  improvisados o sobre las cajas de las camionetas. Estos puestos de venta ofrecen  un bello espectáculo de colores y texturas que invitan al viajante a acercarse. Es casi imposible evitarlo ya que con tan solo ver la redondez multiplicada de las calabazas, el viajero evoca inmediatamente el exquisito dulzor de la fruta ancestral de nuestra tierra.
En el más reciente viaje por carretera me topé con uno de estos puestos y traje a casa varias piezas de  más de seis  kilos a solo  20 pesos cada una.  Digamos pues, que parte de la popularidad de  estas frutas se debe a que con una de regulares dimensiones se puede alimentar a la familia entera a muy bajo costo y queda hasta para obsequiarle a los vecinos, otra significativa tradición de convivencia comunitaria.
La calabaza, en resumen es abundante, económica y rendidora, mas sobre todo es de un gusto increíblemente exquisito, por lo que en verdad he disfrutado  en grado superlativo la tarea que me auto impuse  de ensayar diferentes recetas para la preparación  de mis calabazas. Lo he gozado desde el momento mismo de escoger las que parecían mejores  apreciando texturas, redondeces  y colores; luego admirar la extraña belleza de sus interiores  en donde placenta y semillas estructuran caprichosas formas, pero lo que sin duda quedará por siempre guardado en mi memoria sensorial será el perfume que despiden al abrirse por efecto de la intromisión de las hojas afiladas de los cuchillos. Cuando queda  al descubierto, el interior de la calabaza es un sugestivo microcosmos de posibilidades nutricias, algunas de las cuales mencioné en un texto anterior.
Es tradición en Chihuahua consumir la calabaza sobre todo como postre, cocida con dulce de piloncillo, clavo y canela.  Regularmente se cocina con todo y cáscara en trozos grandes ( a los que se han retirado las semillas y hebras del centro) y se sirve en platos hondos adicionándole leche fresca.
Otra forma común de preparar la calabaza es como “cubierto ”. En este caso, la cáscara se retira, así como las semillas y hebras, la pulpa se corta en triángulos, se reposa el agua con cal por unas 24 horas, se enjuaga abundantemente y luego se cuece en agua con bastante azúcar. Se saca del líquido y se deja secar. Con este procedimiento, la fruta puede conservarse por mucho tiempo gracias a la acción del  azúcar y es un delicioso manjar que gusta a chicos y grandes.
Además de la tradicional ensalada navideña de calabaza que reseñé anteriormente, mostraré algunas maneras de preparar espléndidos platillos con este generoso  fruto, cuyo cultivo es de una antigüedad tal que antecede al del maíz en nuestro continente.


MERMELADA DE CALABAZA*
Ingredientes:
600 grs. de calabaza cocina y machacada
300 grs. de azúcar
1 naranja (jugo)
1 limón ( jugo y ralladura de cáscara)
1 vaina de vainilla
1 palito de canela
1 pizca de sal
1 cucharada de mantequilla

Preparación:
Una noche antes:
Coloque la calabaza en un recipiente, agregue la azúcar, vainilla, canela, sal, el jugo de naranja, la ralladura y el jugo del limón. Deje reposar.
Al día siguiente:
1.- Ponga la cucharada de mantequilla en el fondo de una cazuela, caliente solo a que derrita.
2.- Agregue la mezcla y caliente a que hierva, no deje de mover con una cuchara de madera hasta que tenga la consistencia de una mermelada.
*Esta mermelada puede envasarse como conserva según el procedimiento habitual o bien puede ser utilizada para rellenar empanadas.

PAY DE CALABAZA Y QUESO (2 Pays)
Ingredientes:
500 grs de queso crema
½ taza de azúcar blanca
425 grs  de puré de calabaza
1 ¼ de cdita de canela en polvo
½ cdita de jengibre molido
½ cdita de nuez moscada en polvo
¼ cdita de sal
2 huevos
2 bases para  pays

Preparación:
1.- Precaliente el horno a 175º C
2.- Batir el queso crema con el azúcar  hasta obtener una mezcla uniforme. Incorporar el puré de calabaza y las especias. Agregar los huevos uno por uno sin dejar de batir y la pizca de sal.
3.- Verter en los moldes y hornear por 50 minutos.
4.- Decorar con crema batida.

CREMA DE CALABAZA
Ingredientes:
4 tazas de calabaza cocida y machacada
100 gr de camarón cocido
3 zanahorias en trocitos
1 cebolla picada en trozos medianos
1 diente de ajo
2 hojas de laurel
½ litro de caldo de pollo
1 lata de leche de coco
4 cdas de mantequilla
Preparación:
1.       Freír en una cacerola la cebolla, el ajo y la zanahoria con la mantequilla, mover constantemente hasta  que estén suaves.
2.       Agregar la calabaza y el laurel.
3.       Vierta el caldo y la leche de coco, dejar hervir hasta que todo esté cocido.
4.       Retirar el laurel, salpimentar y moler.
5.       Pasar por un colador y servir con los camarones.

NOTA:  Puede moler los ingredientes ya cocinados en una licuadora, colar y regresar a la cacerola o bien puede usar procesador tipo molinillo dentro de la cacerola y luego colar antes de servir.


PASTA CON CALABAZA

Ingredientes:

400 grs de pasta  de tornillos o moños
1 taza de chícharos cocidos
2 ½ tazas de cubos pequeños de calabaza
2 cdas de aceite de oliva
1 taza de queso manchego rallado
½ taza de queso parmesano rallado
1 taza de crema
1 cda de hierbas finas

Preparación:

1.       En un tazón mezclar la calabaza con el aceite de oliva, salpimentar. Colocar los cubitos de calabaza en una charola y meter al horno  por nos 20 mins, el cual  fue precalentado a 170º C. Dar vueltas a los cubos para que se doren por todos lados pero cuidado de no tostar.
2.       En una olla derretir los quesos con la crema. Agregar las hierbas finas. Mantener tibio.
3.       Cocinar la pasta de la manera habitual, escurrir, colocar en un refractario.
4.       Ya en el refractario, agregar los chícharos, los cubos de calabaza y la salsa de queso. Servir.

 PASTEL DE CALABAZA
Ingredientes:
¾ taza de harina
2 cditas canela molida
1 cdita polvo de hornear
1 cdita de jengibre en polvo
½ cdita de nuez moscada
½ cdita de sal
150 grs mantequilla
3  huevos
1 taza de azúcar
¾ taza de puré de calabaza
1 cda de jugo de limón
1 taza de nueces picadas

Preparación:
1.- Mezclar la harina, sal, polvo para hornear, jengibre, canela y nuez moscada. Cernir y vaciar en un tazón.
2.- Aparte, batir la mantequilla hasta acremar, añadir el azúcar y la yema de los huevos uno por uno sin dejar de batir. Agregar el puré de calabaza y batir.
3.- Añadir la mezcla de la harina.
4.- Aparte batir las claras de los huevos hasta que aumenten su volumen. Añada a la masa batida y mezclar lentamente hasta incorporarlo en la masa.
5.- Agregue las nueces y mezcle.

6.- Verter en un molde engrasado y hornear  a 180º C por 40 minutos.

martes, 3 de diciembre de 2013

ESPAGUETTI CON ESPINACAS

ESPAGUETTI CON ESPINACAS
Ingredientes:
1 paquete chico de espaguetti
1 manojo de espinacas frescas
200 grs.  de tocino cortado en trocitos
¼  de lto de crema de leche
1 taza de leche
150 grs de queso rallado  (menonita)
2 dientes de ajo
Aceite comestible
Mantequilla
Sal y pimienta
2 hojas de laurel
Albahaca seca molida



Preparación:
1.-  Lave las espinacas y retire hojas de los tallos. Coloque las hojas en una cacerola, cubra con agua y ponga al fuego, agregue un poco de sal para sazonar.
2.-  Ya escaldadas, saque las hojas y pique en trozos grandes.
3.-  Cocine el espaquetti en agua hirviendo de la manera acostumbrada, con los ajos, sal, un chorrito de aceite  y las hojas de laurel.
4.- En un  sartén honda fría el tocino en la mantequilla hasta que esté cocido y jugoso.
5.- Agregue las espinacas a lo anterior y salpimente (se le puede agregar  una cucharada de caldo de pollo en polvo), la crema y la leche poco a poco sin dejar de mover. Es importante mantener un fuego medio en esta parte del proceso y mover constantemente para evitar que se corten los lácteos, dejar espesar un poco.

6.- Colocar el espaguetti ya escurrido en un platón,  vierta encima la salsa de espinacas, añada el queso rallado y espolvoreé la albahaca, meta en el horno para que gratine el queso.

GALLETAS DE JENGIBRE



Hubiera querido que los recuerdos mostrados en Historias de Cocina tuvieran un orden cronológico,  como  episodios  en una línea de tiempo, pero la verdad es que los recuerdos no tienen orden y  a veces tampoco secuencia, se suscitan por cualquier cosa, desde una canción en la radio hasta por un aroma  pueden traerlos. Ya lo dijo Silvio “qué maneras más curiosas de recordar tiene uno…”
Pocas veces lloro, menos en público, ni aún en los peores episodios de mi vida he llorado  así de tajo frente a los demás. Por algo dicen que soy fría y dura, no sé, hay quienes así lo dicen, pero  ayer amanecí con ganas de llorar, llorar por todo, por las  partidas ocurridas hace no sé cuánto tiempo, por las ofensas recibidas, por la ausencia del ser amado… por todo y nada,  y a las primeras dos lágrimas que me sequé con el dorso de la mano, antes que soltar el llanto  decidí hornear unas galletas como preámbulo a las celebraciones navideñas.
Mientras buscaba la esencia de vainilla en los anaqueles del supermercado caí en la cuenta de que estaba repitiendo la peculiar conducta de mi abuela. Nunca la vi llorar en 38 años, pasara lo que  pasara, ni por todas las calamidades de la familia (en cualquier familia  suceden calamidades, ninguna se salva); con los 5 hijos varones pasándose al otro lado de braceros o de mojados; con las preocupaciones que daban los malos yernos;  la muerte de su padre, la de su madre; ni por las barrumbadas de unos y otros, no, ella permanecía no digo que incólume porque no era esa su actitud, sino más bien tremendamente ocupada en sus quehaceres, que no eran pocos y que antes he descrito.
Ocupaciones que diariamente empezaban con el lavado del nixtamal, la preparación de las tortillas para el desayuno, dar el desayuno, atender a las aves de corral, regar jardines y huerta,  extraer agua del pozo, lavar ropa y trastes, planchar, preparar comida, cena, más tortillas y lo que se agregara, como remendar los pantalones de mezclilla, freír sopaipillas, hornear pan de levadura o preparar con tiempo el tesguino para los festejos de santos y cumpleaños
Había una de esas actividades que me parecía extraordinariamente difícil: lavar los colchones. Si cada tanto se lavaban los colchones que eran de borrega de lana, lo cual implicaba descocerlos, extraer la borrega, sacudirla mucho hasta quitarle todo polvo y ponerla al sol para desinfectarla antes de volver a introducirla en las fundas limpias y una vez hecho esto cerrar con costura a mano y “acolchar”.
Siendo yo una de las dos nietas mayores, pasaba mucho tiempo pegada a su falda observando  cada uno de sus movimientos; siempre me pareció que se movía en una especie de danza cuidadosamente planeada, cada paso que daba tenía un sentido y al final ofrecía como resultado algún beneficio para el colectivo familiar.  En cierta ocasión la vi descocer unas prendas de lana a cuadros y con ellas confeccionarme un traje de falda y saco en combinación con  pana que me encantaba y me hacía feliz.
Así que, simplemente, doña María Trevizo no tenía tiempo ni lugar para las penas.
Inicié mi vida de casada siendo prácticamente una adolescente y por consecuencia, de cocina no sabía más que guisar huevos y frijoles, además de cocinar el clásico arroz con tomate, cebolla y ajo que no siempre me salía bien. Por desgracia,  el marido  que escogí  logró convertir  el sagrado momento de los alimentos en un auténtico y enfermizo suplicio para mi persona, ya que me regresaba los platos con un manotazo y un mohín acompañados de la típica frase “Así no lo hace mi mamá”  o “eso no me gusta” y no le gustaba nada pero nada que no fueran frijoles, chuletas asadas y  tortillas de harina. Bueno pero… esto quedará para otro texto porque debo contarles completa  la anécdota de los frijoles en olla de barro.
Desde luego debí aprender a cocinar y lo hice bien, valiéndome de libros y revistas. Aun conservo en una carpeta muchas hojas  de revistas con recetas  de todos los tiempos.
Mi primer hijo tendría como un año de edad cuando, cansada de la  falta  de consideraciones del marido,  decidí tomarme unas vacaciones en casa de los abuelos, para alejarme y reflexionar. Ese verano volví con los abuelos en otra posición, ya no como la niña curiosa sino como una joven madre, entonces pude asumir algunas de las responsabilidades propias de las mujeres adultas. La relación con la abuela fue totalmente distinta, siendo amas de casa podíamos compartir entre nosotras desde los más sencillos hasta los más complicados secretos culinarios. Un mediodía caluroso, mientras el bebé  chapoteba sentado en una tina con agua al alcance de nuestra vista, le mostré cómo lograr que la pasta quedara al “dente” y nos preparamos una gran cacerola de delicioso espagueti. A partir de entonces y cada vez que se pudo en los años venideros preparé el espaguetti  para las ocasiones especiales de la familia.
Mayores y enfermos, tiempo después los abuelos vinieron a radicar a la ciudad. Primero murió el abuelo, única ocasión en  que vi llorar a la abuela  y lo hizo de manera muy discreta, un pequeño grito ahogado de dolor y un par de sollozos sofocados, luego algunas lágrimas cayeron de sus ojos, lentas y nítidas, hasta desaparecer absorbidas por el rebozo.   En ese momento dijo  que qué iba a ser de ella sin su Juan, pero las hijas y nietas de inmediato le hicimos sentir que aún tenía mucho qué hacer por su familia.
Pasaron los años, la vida siguió, en mi existencia hubo de todo, amor, dolor, uniones, separaciones, desencantos y nuevas ilusiones, único modo de continuar en pie. Estaba yo en la ciudad de México, trabajando, cuando recibí una llamada de mi madre para notificarme que la abuela  había sido ingresada al hospital pues se encontraba bastante mal y  que preguntaba recurrentemente por la fecha de mi regreso porque  tenía ganas de comer el espaguetti. Sentía una gran ilusión de salir del hospital (se negaba rotundamente a aceptar las comidas que le llevaban) para comer el espaguetti de Flor  María. Del aeropuerto me dirigí al hospital, entré a su habitación y le tomé la mano, así estuvimos mucho tiempo. “No me sueltes –decía- siento que me caigo, no me sueltes”. Esa noche falleció.
Estos recuerdos me vienen a la memoria agregando una buena dosis de nostalgia a los sentimientos que ya de por si  me  invadían, aún así encuentro la entereza para enjuagarme las lágrimas  y seguir batiendo la masa de las galletas de jengibre.

GALLETAS DE JENGIBRE
Ingredientes:
260 gr de harina
150 gr demantequilla
100 gr de azúcar mascabado
1 cdita de bicarbonato
1 cdita de canela molida
1cdita de jengibre molido seco
1 huevo
½ cdita de sal
Preparación:

1.       Precaliente el horno a 180ºC
2.       Tamizar la harina con el bicarbonato, el jengibre y la canela, coloque en un tazón apropiado.
3.       Batir el huevo y verter sobre la harina, mezclar
4.       Batir la mantequilla hasta acremar , agregar la harina y la sal
5.       Amasar hasta lograr una masa homogénea
6.       En una superficie enharinada extienda la masa con el palote hasta ½ cmto de grosor
7.       Corte la galletas y coloque sobre las charolas para hornear
8.       Hornee de 15 a 20 mins.

9.       Deje enfriar antes de decorar.